Galicia, pionera en operar a testigos de Jehová sin realizar transfusión de sangre

 Un hospital catalán sigue el modelo aplicado en el Chuac para trasplantes de riñón

 

    .

r.romar
redacción / la voz 14/03/2018 05:00 h

 

«Los testigos de Jehová obedecemos el mandato bíblico de abstenernos de la sangre por respeto a Dios, quien nos dio la vida». Es la máxima que siguen a rajatabla los miembros de este grupo religioso, que rechazan de plano por sus creencias someterse a una transfusión de sangre y a cualquier operación que conlleve el riesgo de realizarla. Es el caso de los trasplantes, aunque en el caso de los de riñón, tanto de donantes sanos como de vivos, los pacientes disponen desde hace años de una alternativa que no compromete su fe: la cirugía sin sangre. El primer protocolo que garantiza el trasplante renal sin transfusión de sangre en España fue implantado a finales del 2011 en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y, desde entonces, se han practicado cinco intervenciones de este tipo a testigos de Jehová.

Esta práctica se ha extendido ahora de forma regulada al Hospital del Mar de Barcelona, que ayer anunció la puesta en marcha un protocolo específico en el que los profesionales del centro se comprometen a «respetar las creencias y valores de este colectivo y no realizar ninguna transfusión de sangre durante el proceso de trasplante». El documento, aunque desde la institución catalana aseguran que es el primero de este tipo, sigue, en líneas generales, la filosofía del pionero que se aplica en el Chuac, que fue presentado en el 2013 en la reunión nacional de coordinadores de trasplantes que se celebró en Alicante.

«Presentamos la ponencia en el congreso nacional, no lo hicimos a escondidas. De hecho, también nos lo han pedido varias comunidades para estudiarlo y adaptarlo», explica Antón Fernández, que fue el coordinador de trasplantes del hospital gallego cuando se implantó el protocolo y en la actualidad ocupa el cargo de director de Procesos Asistenciales.

Consentimiento informado

El proceso de preparación del paciente, clave en la intervención, también es parecido. Primero se tienen que someter a un tratamiento previo con eritropoyetina (EPO) para estimular la producción de glóbulos rojos, que se ven afectados por la enfermedad renal y ayudar así a evitar transfusiones. «El objetivo es que entre en el quirófano en las mejores condiciones, de manera que se eviten requerimientos sanguíneos», apunta Fernández. Ya en la propia cirugía se utilizan equipos específicos que permiten la recuperación de parte de la sangre del mismo paciente, en caso de grandes sangrados, y transfundirles directamente de nuevo los hematíes.

Pero antes es necesario un consentimiento informado del paciente. «El testigo de Jehová -advierte el médico- que se somete a esta cirugía también tiene que tener en cuenta que tampoco puede poner en riesgo el riñón que se le está dando». Luego, los miembros del equipo de trasplantes se comprometen a «intentar por todos los medios posibles no realizar ninguna transfusión de sangre ni de hemoderivados al paciente».

«El protocolo lo consensuamos hace años con la propia comunidad de testigos de Jehová de A Coruña, con la que colaboramos. Por aquel entonces no había otro en ningún hospital de España. Está en marcha y sigue en vigor, por lo que si hay alguna persona que necesite de nuestros servicios la animamos a que se ponga en contacto con nosotros para realizar los estudios correspondientes».

En el Hospital del Mar de Barcelona se han realizado hasta el momento, en el 2016 y el 2017, dos trasplantes de estas características: uno de donante vivo, que era testigo de Jehová al igual que el receptor, y otro de cadáver.

Los primeros casos, dos catalanas que recibieron el órgano de sus maridos

Los primeros testigos de Jehová que se sometieron a un trasplante renal sin necesidad de realizar ningún tipo de transfusión de sangre fueron dos mujeres de Cataluña. Pero no se operaron en esa comunidad, donde por aquel entonces ningún hospital les ofreció la alternativa, sino que tuvieron que desplazarse a Galicia, donde siguen residiendo en la actualidad. Las dos mujeres, que fueron intervenidas en el 2012, recibieron el órgano de sus respectivos maridos. En los otros tres trasplantes de riñón, que se efectuaron posteriormente, el órgano procedía de un cadáver.